Abrió la lata de Ucrania Jeremy
Menez y los primeros en correr a abrazarle fueron Samir Nasri y Karim Benzema.
La imagen se daba con frecuencia años atrás, cuando junto a Ben Arfa, el cuarto
de esa quinta del 87, maravillaron en el europeo sub 17 de 2004. Se impusieron
en la final a la España
(2-1) de Adán, Cesc, Piqué, Granero y Capel. “La generación de oro”, les
bautizó la prensa francesa. Por entonces, Javier Clemente, era informador
técnico de la UEFA
y se quedó prendado de la pareja de delanteros, Menez y Ben Arfa. “Aunque
tienen 17 años, el año que viene será jugadores de Primera División”, le dijo a
Ginés Meléndez, que era seleccionador español de la categoría sub 17 junto a
Juan Santisteban. No se equivocó Clemente. Un par de meses después Ben Arfa
debutaba con el Lyon y Menez, con el Sochaux, se convirtió en el jugador más
joven de la Ligue
1 en lograr un hat-trick.
“Menez era muy rápido y el más colectivo de todos, los otros
tres eran más de la escuela magrebí, más anárquicos. El de más calidad era
Nasri”, recuerda Meléndez. “Sabíamos que Ucrania dejaba huecos y Jeremy [Menez]
tiene una cualidad: es capaz de dar profundidad. Tiene mucho talento, pero él
debe tener confianza para expresar todo lo que lleva dentro. El gol es
alentador para él. Los jugadores que tienen talento son molestos. Pero pueden
ser estimulantes cuando tienen éxito. Con estos jugadores, debes ser muy
estricto y muy exigente”, dice Laurent Blanc. Él ha cumplido con la promesa que
hizo cuando llegó al cargo tras el bochorno futbolístico y el escándalo del
motín de 2010 que padeció su antecesor Raymond Domenech, que dejó fuera de la
cita de Sudáfrica a Benzema, Menez y Nasri, aunque llevó a Ben Arfa.
Con Blanc la generación del 87 ha tomado el mando
ofensivo de los bleus. Al contrario que Domenech, Blanc miró a la calle más que
al laboratorio de Clairefontaine, el centro de alto rendimiento de la
federación gala. No prescindió, pero sí relegó a un segundo plano el concepto
de construir las victorias con clones de Vieiras y Makeleles. Esa vía no ha
funcionado. Blanc ha recuperado para Francia el libertinaje futbolero de esos
chicos de la periferia de las grandes urbes galas. Hijos de la inmigración que
competían por saber quién era el más virguero con el sonido de fondo de las
reivindicaciones del rap.
Con tres de ellos en el once titular ante los ucranios
(Menez, Nasri y Benzema), Francia ganó su primer partido en una competición
oficial desde 2006. De la
Eurocopa de 2008 y el Mundial de 2010 salió eliminada en la
primera fase sin un triunfo del que presumir. “Si un equipo quiere lograr algo
especial se necesita talento y estos tres lo tienen. También está Ben Arfa, que
no jugó. Tienen mucha calidad, por lo que intentamos quedarnos por detrás de
ellos y tener los ojos abiertos. En el ataque hay que correr por todas partes,
pero eso no es algo malo, siempre y cuando hagan su trabajo y marquen goles”,
analizó Yohan Cabaye, el mediocentro del Newcastle que también representa esa
idea de Blanc de primar la calidad sobre el músculo. De que la generación del
87 tome el mando como sucedió ante Ucrania.
LADISLAO J. MOÑINO
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