Han pasado casi cinco años, pero el recuerdo
permanece imborrable en la cabeza y el corazón de Cesare Prandelli (Orzinuovi,
1957), el seleccionador de Italia. El 26 de noviembre del 2007 perdió a su
esposa, Manuela Caffi, después de una larguísima lucha contra el cáncer de
mama. Solo tenía 45 años. Desde entonces, todos los éxitos tienen una
dedicatoria especial, una mirada al cielo.
No
le gusta a Prandelli hablar del tema, pero en sus palabras siempre hay un
mensaje, algún detalle que recuerda lo vivido en esa terrible etapa. Ayer, sin
ir más lejos, se le preguntó quién le daba fuerzas para afrontar el reto de la Eurocopa. "Tengo
motivaciones personales, internas, muy fuertes, que no voy a decir en público.
Solo digo que he dormido bien y estoy preparado", comentó el técnico.
Manuela
y Cesare se conocieron en la plaza Vittorio Emanuel, un hermoso lugar del
pueblo natal del técnico. "Yo tenía 15 años. Me gustó de inmediato. Nos
casamos en 1982 y jamás tuvimos una pelea. Fue el amor de mi vida, la amé tanto
que seguirá viviendo dentro de mí hasta que me muera", recordó en una
entrevista en La Repubblica.
Su
mujer no se perdió ni un partido de Prandelli, que militó en el Cremonese y el
Atalanta. Le seguía por todas partes. De su relación, nacieron dos hijos: Nicolás
y Carolina. Todo iba de maravilla hasta el 2001, cuando detectaron a Manuela un
bulto en el pecho. No parecía importante. Fue operada en Brescia, pero se
reprodujo en el 2004, con metástasis y quimioterapia. "Un desastre, un
drama", definió Prandelli, que llevaba ya una década en los banquillos
(Atalanta, Lecce, Verona y Parma). Le había llegado su gran ocasión en el Roma,
pero solo estuvo un mes en el cargo. Renunció para estar al lado de su esposa
durante el tratamiento.
"Ella
era mi prioridad. Quería estar cada minuto con ella. Muchos se sorprendieron
por mi decisión, pero para mí fue una elección natural. El fútbol a veces tiene
miedo a la normalidad", apuntó. Después de muchos meses de tratamiento,
los médicos dieron esperanzas a la familia, que se instaló en Florencia. El
míster asumió las riendas de la
Fiorentina en sustitución de Dino Zoff, pero todo se desplomó
en la primavera del 2007. ñEl cáncer se expandió y afectó al hígado. Fue el
inicio del fin".
Prandelli,
un tipo muy religioso, buscó la ayuda divina en una visita al pueblo de Spello.
Allí le esperaba el hermano Elías. Todo se acabó ese 26 de noviembre.
"Jamás olvidaré su última caricia. Llevo dentro de mí sus últimas
palabras. Pero no las puedo decir porque las sacaría", rememoró el preparador.
El entierro estuvo lleno de personalidades importantes del calcio. Prandelli
acabó la temporada en la Fiore
de forma excelente. Llegó a semifinales de la UEFA y entró en la Champions.
Admirador
de Guardiola
Después
del fracaso de Italia en el Mundial, la federación consideró a Prandelli el
hombre ideal para recuperar el buen camino. Por primera vez en su historia,
firmó a un técnico por cuatro años. Respetado en todo el calcio, el
seleccionadoor se muestra siempre exquisito en sus formas. Es un admirador
confeso de Guardiola, de su talante y de su estilo de juego, aunque hoy
renegará de sus principios para intentar frenar a España. (Como vimos ayer, no
renuncio a sus principios Italia fue valiente )
A
Prandelli le gusta expresar sus opiniones sin tapujos. "Acabaría con la
frustración, la controversia, la arrogancia, la estupidez y la falta de
memoria. No puedo pretender morderme la lengua para dejar constancia de la
hipocresía", explica el míster, que ha escrito el prólogo de un libro
contra la homofobia. "En el fútbol y el deporte aún existe el tabú de la homosexualidad.
Todo el mundo debe vivir libremente consigo mismo, con sus propios deseos y
sentimientos".
En
su ideario futbolístico siempre ha estado la técnica por encima del físico. Por
eso admira a España. "Su fuerza es su juego, sus movimientos de balón. Es
la escuadra a batir por todo el mundo", reconoció ayer. Esa admiración le
ha llevado a fortalecer la defensa y a dar entrada hoy a Thiago Motta para
asfixiar a Iniesta y Xavi.
EL PERIODICO
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